Pagano, Mabel

De mujeres argentinas audaces y bravias hay muchas historias, muchos nombres, algunos olvidados, otros sepultados en alguna crónica privada, de esas que nacen y mueren en las provincias en ediciones de pocos libros y que luego uno encuentra, como un tesoro, en librerías de viejo. Martina Chapanay es una de esas mujeres, cuyo nombre logró trascender pero, apenas si se la conoce fuera de ía tierra que la vio nacer. Su nombre no desapareció porque el recuerdo de su valentía, de su arrojo, de su fuerte carácter, se hizo leyenda. Y en San Luis y Mendoza, pero sobre todo en su San Juan natal, la gente habla de ella como de Facundo y del Chacho: como si aún pudiéramos verlos pasar, recorriendo el amado terruño y saludando a los paisanos.La olvidaron los libros de historia, pero la tradición oral sigue recordándola. Mitad española, mitad huarpe (guerreros de lanza y potro), peleó codo a codo con el Tigre de los llanos, cuidando a los hombres de su familia (su compañero, su hermano). Luego se unió a las filas de Nazario Benavídez y finalmente, siguió a Ángel Vicente Peñaloza, siempre respondiendo a quien llamaba a tomar las armas en defensa de su tierra. Muerto El Chacho, retó a duelo y humilló a su asesino, un mercenario que no se animó enfrentarla en el campo del honor. Siendo experta rastreadora, baqueana de pasos secretos, sanadora y respetada por MIS premoniciones, al no encontrar destino en el regreso de las guerras, se transformó en bandolera que repartía el botín entre los pobres y secuestraba hombres para convertirlos en sus amantes.